miércoles, 13 de marzo de 2013

Los gatos en el Antiguo Egipto



El gato es uno de los animales más extendidos dentro de la gran mayoría de las culturas, debido a su elegancia y su belleza. Cabe destacar la gran importancia que adquirió en el Antiguo Egipto, ya que era uno de los elementos esenciales de su cultura.



Se cree que los primeros "gatos domésticos" aparecieron en Egipto durante el tercer milenio a.C. Se convirtió en un animal de compañía muy apreciado, debido a su dulzura y su gracia, pero sobre todo por su papel protector que ejercía en las casas, ya que se trata de un buen cazador.

Así, al capturar pequeños roedores, protegía las cosechas de los agricultores, cosa muy útil, ya que para éstos era un recurso vital. También protegía de graves enfermedades como la peste al cazar ratas, y hacían bastante seguros los alrededores de las casas en las que habitaban al capturar serpientes (especialmente la víbora cornuda, muy peligrosa debido a su potente veneno).


En las cortes era idolatrado, ya que una de sus muchas diosas, Bastet, estaba simbolizada con la figura de éste animal (Bastet se representaba como un humano con cabeza de gato).

Dicha diosa era símbolo de fecundidad y belleza. Por un lado, representaba la luz, el calor y la energía solar, que se correspondían con la parte de su figura humana. Y por otro, la que se correspondía a sus rasgos felinos, representaba el misterio, la noche y la Luna. Además, se pensaba que ayudaba a la fecundidad de hombres y animales, que curaba enfermedades y que velaba las almas de los muertos.



Por todo ello, es fácil entender el por qué los faraones impusieron una protección tan rigurosa para los gatos. Es más, en el Antiguo Egipto, era peor matar a un gato que a un hombre.

Si un hombre era asesinado, siempre cabía la posibilidad de un indulto, pero si el muerto era un gato, ni siquiera el faraón tenía poder para salvarse del castigo, el cual era, inevitablemente, la muerte.
Es más, si un egipcio veía a uno de estos animales fuera de las fronteras egipcias, su obligación era recogerlo y llevarlo hasta las mismas, para asegurarse de que se encontraba a salvo. Y en caso de que el gato estuviese dentro de las fronteras egipcias pero en ellas sucediera alguna tragedia (un incendio, por ejemplo), los primeros en ponerse a salvo debían de ser ellos.


Por supuesto, en Egipto también se rendía culto a otros animales, como las serpientes, las vacas y los peces, aunque el gato era el que se consideraba como más sagrado. Por eso mismo, cuando uno de ellos moría, se le hacía un funeral, en donde se le momificaba y se le enterraba junto a ratones también momificados para que le sirvieran de alimento; incluso la familia con la que había estado debía ponerse de luto.


No hay comentarios:

Publicar un comentario